La vida cotidiana está llena de altibajos cuando de
estados de ánimo se habla. Quien no ha tenido un mal día?
La semana pasada tuve uno de esos días en los que uno se
pregunta: Será que dormí mal? Tengo un no sé qué que me tiene como apagado; el
ánimo hoy no es el mejor, en fin, fue un día en el que amanecí como apagado.
Salí de mi casa en mi motocicleta y al pasar por un
parque de mi ciudad en el que los niños pasan a través de una pared de agua
(Unos chorros de agua que caen desde una estructura elevada), no pude evitar
parar a ver un niño jugar de manera hilarante con su padre atravesando la pared
y haciendo que su padre se mojara como él. El ímpetu y la alegría que ese niño
desbordaba cambió por completo mi perspectiva de ese día.
Al pasar las horas analicé el día y agradecí que ese niño
hubiera estado ahí para alegrarme el momento y sacarme una sonrisa.
Pensé que todos llevamos un niño adentro y que debemos
pasar por esa pared de vez en cuando, así sea en forma imaginaria. Visualizar
ese momento, un espacio, un lugar, algo que nos recuerde que aunque no todos
los días son brillantes, la oscuridad no necesariamente tiene que opacar
nuestros camino por esta vida.
La risa de ese niño con su padre me llevó a escribir este
artículo con el fin de extender a ustedes la invitación a buscar un espacio
para reír, contar un cuento, disfrutar de pequeños detalles y momentos que nos
proporcionen esa alegría que necesitamos para cambiar la rutina de vivir.
Ríe, pasea, juega, baila, come, lee, asiste a un
concierto, un teatro, camina, vive, ama. Busca una pasión. No es imposible y
verás la recompensa.
Te deseo un maravilloso día.
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